
En la nueva economía del cambio, las empresas que sobreviven no son las que recortan más rápido, sino las que reorganizan con inteligencia. Aprender a rediseñar sin despedir es hoy una competencia estratégica de liderazgo.




Transformar el trabajo implica transformar el liderazgo. Dos estudios globales advierten que, si los líderes no ajustan su enfoque, el rediseño organizacional puede quedar atrapado en el miedo, la resistencia y el desgaste.
Desarrollo organizacional21/07/2025
Camila RamirezEl rediseño del trabajo ya está en marcha. Las organizaciones están ajustando estructuras, evolucionando culturas internas y ensayando nuevas formas de atraer y retener talento en medio de entornos laborales más complejos. Sin embargo, muchas de estas transformaciones no están logrando el impacto esperado, y el problema no radica en los recursos disponibles ni en las herramientas implementadas. El principal obstáculo está en el temor que los procesos de cambio despiertan en las personas.
Una reciente investigación de Gartner advirtió que tres de cada cuatro compañías no alcanzarán sus objetivos de transformación si no abordan de forma clara y decidida las emociones que emergen en sus equipos. La resistencia al cambio no es un obstáculo menor ni un asunto personal; es un factor clave que, si no se gestiona con liderazgo y sensibilidad, puede llevar al fracaso de muchas iniciativas organizacionales. A pesar de los discursos sobre innovación y avance cultural, en muchos casos lo que predomina en los equipos es la incertidumbre, el desgaste y la desconfianza frente al futuro.
El miedo no se gestiona con estrategias, se gestiona con liderazgo
Los modelos tradicionales de liderazgo no están preparados para contener el impacto emocional de las transformaciones profundas. En muchas empresas se sigue esperando que los líderes ejecuten proyectos, mejoren indicadores y lideren equipos sin prestar atención al desgaste humano que eso implica.
Gartner advierte que una de las causas más invisibles del fracaso organizacional es la cultura del miedo. Si las personas no sienten confianza para expresar dudas, proponer ideas o enfrentar cambios con seguridad, el rediseño del trabajo se convierte en una carga y no en una oportunidad.
El nuevo liderazgo exige habilidades que no estaban en la descripción del cargo
El informe internacional de Deel aporta una mirada complementaria al señalar que, tras analizar más de 500 organizaciones a nivel global, las habilidades que hoy definen a un líder no son principalmente técnicas sino humanas. Comprender el negocio ya no basta si no se logra establecer conexión con las personas ni se promueven entornos en los que el cambio deje de percibirse como una amenaza para convertirse en un proceso compartido y sostenido.
Entre las capacidades que destaca el estudio se incluyen la toma de decisiones con sensibilidad estratégica, la habilidad de impulsar la cultura mediante el ejemplo, el manejo de la incertidumbre sin transmitir ansiedad y una gestión del talento centrada en la escucha activa más que en el control. Este perfil no se construye de manera improvisada ni responde a intervenciones aisladas, sino que exige revisar a fondo los modelos de desarrollo interno, las expectativas que se depositan sobre quienes lideran equipos y los incentivos culturales que se validan al interior de la organización.
El trabajo se está rediseñando, pero no todos los liderazgos están evolucionando al mismo ritmo
Ambos estudios coinciden en que el verdadero riesgo del cambio organizacional no radica en las herramientas tecnológicas ni en los modelos de trabajo. El problema más crítico es la desconexión entre lo que las organizaciones requieren para transformarse y lo que sus líderes están realmente preparados para ofrecer.
Mientras muchas empresas concentran sus esfuerzos en automatizar procesos o reconfigurar estructuras, muy pocas están invirtiendo en el rediseño profundo del liderazgo. Sin líderes capaces de generar confianza, integrar la diversidad, leer el contexto y acompañar el cambio sin imponerlo, las transformaciones pueden avanzar en lo técnico pero retroceder en lo humano.
Hoy, más que nunca, se necesita formar liderazgos con sensibilidad estratégica, capacidad de escucha, criterio para tomar decisiones en entornos inciertos y compromiso con culturas organizacionales donde el bienestar y el propósito compartido no sean un discurso sino una práctica cotidiana. No se trata solo de definir qué cambiar; también es urgente revisar quién lidera esos procesos y cómo lo hace, para que la evolución no deje a las personas atrás.
Otros artículos de interés

En la nueva economía del cambio, las empresas que sobreviven no son las que recortan más rápido, sino las que reorganizan con inteligencia. Aprender a rediseñar sin despedir es hoy una competencia estratégica de liderazgo.

La OIT advierte que la transformación productiva de Colombia exige una alianza real entre Estado, empresas y academia. El caso de Manizales demuestra que la articulación local puede impulsar la competitividad y la empleabilidad desde los territorios.

Un nuevo estudio de Buk revela que las empresas colombianas con mayores niveles de felicidad organizacional presentan también un mejor desempeño financiero. La investigación posiciona al país como líder regional en satisfacción laboral con un 89% de colaboradores felices.

La inversión en tecnología y el aumento de la carga laboral no garantizan más productividad ni mayor compromiso. Expertos de Mercer y Cigna coinciden en que la solución exige cultura organizacional, reconocimiento y liderazgo positivo.

En solo tres años el Bogotá Hub se consolidó como un centro clave para la multinacional biofarmacéutica, con más de 600 colaboradores que dan soporte a 35 países. Su equipo joven impulsa diversidad y desarrollo profesional, proyectando a Colombia en el mapa global de servicios compartidos.

La Generación Z concentra las tasas más altas de renuncia temprana mientras la rotación global golpea la competitividad de las empresas, según Randstad y la UOC.

El 70% de las empresas prevé implementar planes formativos este año, con foco en habilidades tecnológicas, liderazgo y bienestar, consolidando la capacitación como eje estratégico del desarrollo organizacional.

En 2025, los espacios de trabajo flexibles se consolidan como tendencia global. Prometen mayor productividad, bienestar y retención de talento, pero estudios recientes muestran que, si no se gestionan bien, pueden reducir la comunicación y la confianza entre equipos.

El nuevo reporte global de Deloitte analiza cómo las empresas están fortaleciendo su resiliencia y capacidad de adaptación a través de una gobernanza más colaborativa, la anticipación de riesgos y una gestión estratégica del crecimiento.

Evitar conversaciones difíciles o incómodas tiene un costo más alto del que un líder se imagina: se erosiona la confianza, baja el compromiso y el equipo se enfría. Y ni que decir del impacto de no abordar este tipo de conversaciones en procesos de cambio que se pueden estancar cuando los líderes callan lo que importa.

Colombia continúa consolidando un nuevo modelo de cotización proporcional al sistema de seguridad social y para líderes de recursos humanos, esta transformación no es solo normativa: es estratégica.

Las áreas de gestión humana están dejando atrás el discurso futurista y empiezan a usar IA en tareas concretas. Las pruebas iniciales muestran que la automatización no reemplaza al profesional: lo libera.

Las compañías que implementan IA en sus sistemas de medición de clima reducen en un 40 % el tiempo de análisis y aumentan en un 35% la participación de los empleados.

De las reuniones interminables al reconocimiento silencioso, las organizaciones están rediseñando los microrituales que determinan su cultura. Da un vistazo a varios de ellos ¿Los estás implementando?

La experiencia del empleado dejó de ser un lujo tecnológico y se convirtió en un imperativo cultural. La buena noticia: se puede medir bien con herramientas simples.

En la nueva economía del cambio, las empresas que sobreviven no son las que recortan más rápido, sino las que reorganizan con inteligencia. Aprender a rediseñar sin despedir es hoy una competencia estratégica de liderazgo.