
En la nueva economía del cambio, las empresas que sobreviven no son las que recortan más rápido, sino las que reorganizan con inteligencia. Aprender a rediseñar sin despedir es hoy una competencia estratégica de liderazgo.




La OIT advierte que la transformación productiva de Colombia exige una alianza real entre Estado, empresas y academia. El caso de Manizales demuestra que la articulación local puede impulsar la competitividad y la empleabilidad desde los territorios.
Desarrollo organizacional24/10/2025
Camila RamirezColombia enfrenta un desafío estructural para sostener su crecimiento. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el país necesita una alianza sostenida entre gobierno, sector productivo, academia y sociedad civil para adecuar la formación del talento a las demandas del mercado, pues advierte que sin una estrategia conjunta no será posible cerrar la brecha de habilidades ni avanzar hacia una economía más inclusiva y sostenible.
El déficit de capital humano es preocupante. Cifras del Ministerio de las TIC indican que faltan entre 160.000 y 200.000 especialistas en desarrollo de software, análisis de datos e inteligencia artificial, además de una escasez de competencias en ventas, ingeniería y operaciones logísticas, así como un rezago en la educación básica que limita la empleabilidad futura. Solo el 54% de los estudiantes completa la educación secundaria y apenas el 11% alcanza los niveles mínimos de competencias, una situación que se refleja en una informalidad laboral del 55,2% según el DANE.
Para la OIT, el país requiere construir su transformación productiva desde los territorios, fortaleciendo el diálogo social y la formación técnica. Esto implica promover programas educativos actualizados, certificaciones laborales pertinentes y una oferta formativa adaptada a las vocaciones regionales.
En este contexto, algunos territorios empiezan a consolidarse como ejemplos de articulación efectiva. El más reciente Índice de Competitividad de Ciudades, elaborado por el Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario, ubicó a Manizales en el quinto lugar nacional, destacándose en los pilares de mercado laboral e innovación donde alcanzó la segunda posición, y en adopción tecnológica, donde ocupó el cuarto lugar. También figuró sexta en educación superior y formación para el trabajo.
El informe atribuye estos avances a una gestión coordinada entre instituciones públicas, universidades y empresas locales, que ha impulsado la formalidad y la diversificación productiva. Sin embargo, persisten retos en sostenibilidad ambiental e infraestructura, así como en cobertura educativa en los niveles de preescolar y secundaria, aspectos que siguen afectando la competitividad integral del territorio.
Los resultados de Manizales evidencian que la competitividad no depende únicamente de la inversión tecnológica, sino de la capacidad de los territorios para integrar políticas de talento, innovación y desarrollo económico. La experiencia regional demuestra que la colaboración entre sectores puede traducirse en empleo de calidad, productividad y progreso social.
La OIT insiste en que el futuro laboral de Colombia requiere una visión de largo plazo, en la formación pertinente y la articulación institucional no solo fortalecen la productividad, también garantizan que la transición hacia la economía digital sea equitativa y sostenible.

En la nueva economía del cambio, las empresas que sobreviven no son las que recortan más rápido, sino las que reorganizan con inteligencia. Aprender a rediseñar sin despedir es hoy una competencia estratégica de liderazgo.

Un nuevo estudio de Buk revela que las empresas colombianas con mayores niveles de felicidad organizacional presentan también un mejor desempeño financiero. La investigación posiciona al país como líder regional en satisfacción laboral con un 89% de colaboradores felices.

La inversión en tecnología y el aumento de la carga laboral no garantizan más productividad ni mayor compromiso. Expertos de Mercer y Cigna coinciden en que la solución exige cultura organizacional, reconocimiento y liderazgo positivo.

En solo tres años el Bogotá Hub se consolidó como un centro clave para la multinacional biofarmacéutica, con más de 600 colaboradores que dan soporte a 35 países. Su equipo joven impulsa diversidad y desarrollo profesional, proyectando a Colombia en el mapa global de servicios compartidos.

La Generación Z concentra las tasas más altas de renuncia temprana mientras la rotación global golpea la competitividad de las empresas, según Randstad y la UOC.

El 70% de las empresas prevé implementar planes formativos este año, con foco en habilidades tecnológicas, liderazgo y bienestar, consolidando la capacitación como eje estratégico del desarrollo organizacional.

En 2025, los espacios de trabajo flexibles se consolidan como tendencia global. Prometen mayor productividad, bienestar y retención de talento, pero estudios recientes muestran que, si no se gestionan bien, pueden reducir la comunicación y la confianza entre equipos.

Medir la sostenibilidad dejó de ser un asunto voluntario para convertirse en un factor estratégico. Los KPI ESG ofrecen a las empresas una ruta clara hacia la credibilidad, la transparencia y la confianza de inversionistas, clientes y colaboradores.

El nuevo reporte global de Deloitte analiza cómo las empresas están fortaleciendo su resiliencia y capacidad de adaptación a través de una gobernanza más colaborativa, la anticipación de riesgos y una gestión estratégica del crecimiento.

Evitar conversaciones difíciles o incómodas tiene un costo más alto del que un líder se imagina: se erosiona la confianza, baja el compromiso y el equipo se enfría. Y ni que decir del impacto de no abordar este tipo de conversaciones en procesos de cambio que se pueden estancar cuando los líderes callan lo que importa.

Colombia continúa consolidando un nuevo modelo de cotización proporcional al sistema de seguridad social y para líderes de recursos humanos, esta transformación no es solo normativa: es estratégica.

Las áreas de gestión humana están dejando atrás el discurso futurista y empiezan a usar IA en tareas concretas. Las pruebas iniciales muestran que la automatización no reemplaza al profesional: lo libera.

Las compañías que implementan IA en sus sistemas de medición de clima reducen en un 40 % el tiempo de análisis y aumentan en un 35% la participación de los empleados.

De las reuniones interminables al reconocimiento silencioso, las organizaciones están rediseñando los microrituales que determinan su cultura. Da un vistazo a varios de ellos ¿Los estás implementando?

La experiencia del empleado dejó de ser un lujo tecnológico y se convirtió en un imperativo cultural. La buena noticia: se puede medir bien con herramientas simples.

En la nueva economía del cambio, las empresas que sobreviven no son las que recortan más rápido, sino las que reorganizan con inteligencia. Aprender a rediseñar sin despedir es hoy una competencia estratégica de liderazgo.