Impacto del salario integral: ajustes, retos y desafíos para empleadores en 2025

En enero de 2025, el salario mínimo en Colombia alcanzó los 1.423.500 pesos, representando un incremento del 9,5% respecto al año anterior. Este ajuste, aunque notable para los trabajadores que perciben el salario mínimo, tiene efectos mucho más profundos en aquellos que cuentan con un salario integral, modalidad de remuneración que involucra no solo el salario base, sino también prestaciones sociales y otros beneficios compensatorios.

El salario integral es un tipo de remuneración estipulada en el artículo 132 del Código Sustantivo del Trabajo, dirigido a aquellos trabajadores que ganan más de diez salarios mínimos mensuales legales vigentes (SMLMV). Este modelo combina el salario ordinario y una serie de prestaciones sociales en un solo monto mensual, cubriendo conceptos como trabajo nocturno, dominical y festivo, cesantías, primas y recargos extraordinarios.

En la práctica, el salario integral debe ser equivalente a, al menos, 13 SMLMV, lo que en 2025 se traduce en un monto mínimo de 18.505.500 pesos mensuales. Este valor se obtiene al sumar diez salarios mínimos básicos (14.235.000 pesos) y un factor prestacional del 30%, que equivale a tres salarios mínimos adicionales. Esta modalidad de pago se utiliza como una forma de anticipar los pagos de las prestaciones sociales que se acumularían durante el año.

El impacto del aumento del salario mínimo en el salario integral

Durante el webinar organizado por KPMG el 13 de febrero de 2025, titulado "Panorama Empresarial: ¿Qué viene para el 2025?", se abordó también el tema del salario integral, destacándolo como un aspecto clave que las empresas deben monitorear cuidadosamente. El salario integral está directamente vinculado al ajuste del salario mínimo, lo que implica que cualquier aumento en este último genera un incremento automático para los trabajadores que perciben esta modalidad de remuneración. Para 2025, el salario integral experimentará un aumento significativo, pasando de 11.810.838 pesos en 2021 a 18.505.500 pesos en 2025, un incremento acumulado de 56,7% en solo cuatro años.

Este ajuste ha generado una creciente preocupación entre los empleadores, quienes se enfrentan a un aumento de costos laborales que no está bajo su control. A diferencia de los trabajadores con salario ordinario, cuyo aumento anual se basa en el índice de precios al consumidor (IPC), los trabajadores con salario integral ven reflejado de manera automática el incremento del salario mínimo. Esto no solo impacta la estructura de costos de las empresas, sino que también puede generar una inequidad entre los diferentes tipos de trabajadores dentro de una misma organización.

Retos para los empleadores: costos laborales y viabilidad del salario integral

El aumento en el salario integral no solo supone un reto para los empleadores desde el punto de vista económico, sino que también plantea dudas sobre la viabilidad de mantener este tipo de remuneración dentro de las empresas. La falta de control sobre el porcentaje de incremento, combinado con el ajuste anual del salario mínimo, genera una presión constante sobre los costos laborales. En consecuencia, los empleadores podrían verse en la necesidad de reconsiderar la continuidad del salario integral como modelo de pago, ante la creciente carga económica que implica.

Además, el salario integral incluye beneficios extralegales, lo que podría ofrecer a los empleadores la opción de pactar ciertos beneficios adicionales dentro del esquema de remuneración. Esta flexibilidad permitiría mitigar el impacto de los incrementos salariales, aunque su aplicación depende de las políticas internas de cada empresa.

¿Hacia dónde se dirige el salario integral?

La situación actual del salario integral exige una reflexión profunda tanto para los empleadores como para los trabajadores. El crecimiento constante de los costos laborales podría llevar a una reestructuración en los sistemas de remuneración, y la modalidad de salario integral podría ser reevaluada en términos de su viabilidad a largo plazo. Si los aumentos del salario mínimo siguen una tendencia similar en los próximos años, el salario integral podría convertirse en un modelo cada vez menos atractivo para las empresas, a menos que se introduzcan ajustes y alternativas que ayuden a equilibrar los costos laborales.

En conclusión, el salario integral sigue siendo una modalidad compleja que refleja tanto la necesidad de los trabajadores de contar con una remuneración integral como el desafío para los empleadores de mantener una estructura de costos viable. El escenario actual obliga a un análisis y ajuste constante de esta modalidad para evitar una posible distorsión en el mercado laboral y garantizar la sostenibilidad de las relaciones laborales en el futuro.