
Cambiar la mentalidad permite romper el miedo a la transformación
La resistencia al cambio es una de las principales barreras para el éxito de las transformaciones organizacionales, afirma experto de Siemens.
El coaching ejecutivo y de equipos no es un lujo en la gestión del cambio: es el puente entre la estrategia y la transformación real. Solo cuando las personas se sienten escuchadas, el cambio deja de imponer miedo y empieza a generar compromiso genuino.
Gestión de cambio15/05/2025Muchas transformaciones organizacionales no fracasan por falta de estrategia, sino porque ignoran el verdadero terreno donde ocurre el cambio: las personas. Aunque los planes estén definidos, los objetivos claros y los cronogramas cumplidos, la gestión del cambio suele estancarse cuando no se abordan las emociones. El mayor obstáculo no es técnico, es humano. Es la resistencia al cambio que nace del silencio, del miedo no expresado, del malestar no gestionado. Y eso no se resuelve con más planificación, sino con conversación, conciencia y acompañamiento.
Acompañando distintos procesos de cambio he aprendido que lo que bloquea el avance no suele estar en los entregables ni en la hoja de ruta, sino en la narrativa invisible que circula entre equipos, líderes y culturas. Cuando el cambio es percibido como una amenaza, se activa una resistencia legítima. No es una patología, no es falta de compromiso. Es, simplemente, una reacción humana ante la pérdida de certezas. Si esa reacción no se acompaña desde una escucha profunda y una conversación significativa, el cambio se vive como una imposición, no como una decisión compartida.
Y es ahí donde el coaching entra como una herramienta clave, no como algo decorativo o inspiracional, sino como un catalizador real del proceso de transformación.
No se trata de motivar con frases bonitas, sino de habilitar espacios donde las personas puedan resignificar lo que están viviendo, nombrar lo que sienten sin temor al juicio y recuperar el sentido del propósito, más allá de los indicadores.
Cuando el coaching se incorpora como parte del proceso de gestión del cambio, lo que sucede es profundo: se crean condiciones para el compromiso genuino, no forzado; se instala una cultura de conversación honesta que va más allá del cumplimiento de tareas, y se potencia el liderazgo desde un lugar más humano y efectivo.
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El costo de no abrir esas conversaciones es alto, aunque no siempre visible. Muchas organizaciones invierten en planes de transformación impecables desde el punto de vista técnico, pero no logran los resultados esperados porque no atienden lo esencial: cómo se está viviendo emocionalmente ese cambio dentro de los equipos. Y si el equipo siente que el cambio le fue impuesto, sin voz ni comprensión, el resultado será una adhesión superficial, cuando no resistencia abierta o sabotaje pasivo.
Desde el coaching es posible hacer preguntas que no suelen estar en el Excel ni en los planes de comunicación. ¿Qué conversaciones no se están teniendo? ¿Qué temores están operando en silencio? ¿Qué parte del modelo anterior sigue siendo emocionalmente relevante para el equipo, aunque ya no esté vigente? Esas preguntas no son un desvío. Son el núcleo del verdadero liderazgo.
En mi experiencia, el coaching aporta cuatro elementos clave al proceso de cambio: permite leer el clima emocional con más precisión que cualquier encuesta, fortalece el liderazgo emocional, ayudando a los líderes a sostener con empatía y presencia, reconecta a las personas con su propósito, alineando lo organizacional con lo personal y, sobre todo, habilita una transformación que no solo ocurre en los procesos, sino en las conversaciones, en las relaciones y en la cultura.
La resistencia no es el problema. Es la brújula.
Si sabemos leerla, nos muestra lo que aún necesita ser reconocido, lo que aún no fue resignificado, lo que aún duele. Cuando las personas sienten que pueden participar activamente del cambio, cuando se sienten escuchadas y consideradas, entonces sí aparece la verdadera transformación: la que no depende de un cronograma, sino de una decisión emocional y colectiva.
Por eso sostengo que el coaching no es un extra en tiempos de cambio. Es la condición que hace posible que ese cambio sea auténtico, duradero y compartido.
Si tu organización está atravesando una transformación estratégica y sientes que algo no termina de fluir, quizás no sea un problema estructural. Tal vez solo falta cambiar la conversación.
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