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Descubre la importancia de un plan de sesión bien estructurado y los riesgos de no tenerlo. Aprende a organizar tus sesiones de formación para maximizar el aprendizaje, captar la atención de tus asistentes y garantizar una experiencia formativa efectiva y memorable.
29/10/2024Como formadora de formadores, séque una sesión sin plan es como lanzarse al mar sin un mapa: puede que llegues a buen puerto, pero es probable que termines en un naufragio de desorganización, con asistentes desconectados y hasta con algo de frustración. Con esto en mente, aquí tienes una guía detallada para diseñar un plan de sesión completo que te permitirá no solo guiar, sino también inspirar a tus asistentes.
Un plan de sesión bien estructurado es fundamental porque permite que tanto el formador como los participantes tengan claridad en el propósito de cada momento de la sesión. Este enfoque basado en la claridad de objetivos ayuda a desglosar temas complejos en segmentos manejables y comprensibles, promoviendo un aprendizaje efectivo. Según el enfoque constructivista:
el aprendizaje resulta más significativo cuando los conceptos se presentan de manera ordenada y gradual, permitiendo a los asistentes asimilar los contenidos paso a paso.
Contar con esta herramienta asegura una organización clara, lo que ayuda a mantener la atención y motivación del grupo, permitiendo a cada participante entender por qué cada actividad o dinámica es relevante y cómo contribuye al aprendizaje general. Sin esta estructura, el formador corre el riesgo de perder el enfoque, exponiéndose a saltos de tema desordenados y sin un hilo conductor claro, lo que genera confusión y dificulta que los asistentes logren conectar los conceptos presentados.
Además, un plan bien definido permite al formador responder con flexibilidad ante cualquier situación imprevista sin comprometer la esencia de la sesión. Sin una planificación previa, las sesiones pueden convertirse en un esfuerzo improvisado, afectando la credibilidad del formador y provocando que los asistentes se desconecten o pierdan interés. La falta de un plan no solo compromete la calidad de la sesión, sino que también pone en riesgo los resultados de aprendizaje, generando un ambiente de desorganización y falta de dirección que resta valor al proceso formativo.
Los expertos en pedagogía coinciden en que un buen plan de sesión es esencial para guiar el aprendizaje de manera organizada y estructurada, transformando la experiencia formativa en algo significativo y efectivo. Los objetivos de la sesión son, en este sentido, como la brújula del formador: marcan el rumbo y permiten que tanto formadores como participantes comprendan de antemano hacia dónde se dirigen y qué esperan alcanzar. Sin objetivos claros, una sesión corre el riesgo de desbordarse hacia temas irrelevantes, diluyendo su propósito y dejando a los asistentes con la sensación de que aprendieron poco o nada. En términos prácticos, un objetivo claro podría ser, por ejemplo, que los participantes comprendan y apliquen los principios básicos de la comunicación efectiva en sus equipos.
Aterrizando en la estructura de la sesión, la realidad es que, sin una planificación del tiempo y de cada actividad, cualquier sesión puede salirse de control. Los tiempos y las actividades actúan como el cronómetro interno del proceso de aprendizaje, permitiendo que el formador avance a un ritmo adecuado, sin quedarse atascado en detalles ni correr al final para cubrir puntos clave. En una estructura típica, una introducción de 10 minutos puede dar paso a una actividad práctica de 20 minutos, cerrando con 15 minutos de reflexión y retroalimentación en grupo. Este esquema balanceado permite profundizar en los temas de manera gradual, evitando que los asistentes se sientan abrumados o saturados de información.
Además, la preparación de materiales y recursos juega un rol fundamental. Tener todos los elementos necesarios listos y revisados antes de la sesión ayuda a que cada actividad fluya sin interrupciones. Imagina llegar a una sesión sin el proyector o sin los materiales visuales preparados. No solo el ritmo se verá afectado, sino que la improvisación puede hacer tambalear la credibilidad del formador. Contar con herramientas como un rotafolios, marcadores o una presentación de apoyo en PowerPoint o cualquier otro recurso visual, facilita la dinámica y asegura que el formador esté respaldado en cada punto de la sesión.
Por supuesto, las actividades y dinámicas no pueden faltar. Son el motor de cualquier sesión, porque transforman la teoría en práctica. Según los principios de aprendizaje activo:
Las personas retienen mejor el conocimiento cuando pueden interactuar y experimentar con los conceptos en lugar de simplemente escucharlos. Incorporar una dinámica como un role-play para practicar habilidades de escucha y retroalimentación no solo hace que los participantes se involucren más, sino que permite que apliquen de inmediato los conceptos, fortaleciendo el aprendizaje.
Otro pilar esencial en cualquier plan de sesión es la evaluación y el feedback. Sin una forma de medir los resultados, el formador no puede saber si realmente ha alcanzado los objetivos planteados o si la sesión tuvo el impacto esperado. Las evaluaciones rápidas y el feedback final de los participantes ofrecen una visión clara sobre qué tan efectiva fue la formación y brindan una base para ajustar y mejorar futuras sesiones. Con una breve encuesta donde cada asistente comparte una idea clave que aprendió, el formador puede obtener una retroalimentación valiosa, tanto para confirmar el aprendizaje como para identificar áreas de mejora.
Finalmente, un cierre adecuado y un resumen redondean la sesión, reafirmando los conceptos y asegurando que los participantes se lleven consigo una comprensión clara de lo que aprendieron.
Terminar abruptamente, sin una recapitulación, puede dejar una impresión de inconclusión o confusión. En cambio, pedir a un asistente que resuma en una frase lo más relevante de la sesión proporciona una oportunidad para reforzar el aprendizaje, alentando una reflexión final que será, en última instancia, el recordatorio clave que se llevarán a casa.
Un plan de sesión efectivo no es simplemente una herramienta para cumplir con un programa; es una guía estratégica que permite al formador transmitir el conocimiento de forma clara, estructurada y, sobre todo, impactante
Escrito por
Sandra Mateus
Formadora de formadores - especialista en gestión del cambio y desarrollo de lideres y equipos.
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